La empatía
La empatía es una variable fundamental en el estudio de la conducta humana, considerándose una cualidad o habilidad que tienen algunas personas.
Tradicionalmente se ha definido como la capacidad de las personas para poder ponerse en el lugar del otro y entender lo que le ocurre y lo que siente. Se puede entender como la capacidad de comprender los estados emocionales de otra persona.
Vischer en el siglo XVIII lo usó por primera vez como traducción del término alemán “Einfülung” pero el concepto actual de empatía lo acuñó Titcher en 1909.
Es un constructo amplio que a lo largo del tiempo ha evolucionado y se ha ido entendiendo desde las perspectivas cognitiva, emocional, situacional, e incluso desde la Inteligencia Emocional.
La Empatía tiene una base biológica y existen múltiples áreas y conexiones cerebrales implicadas, aunque la corteza prefrontal parece ser la principal área encargada de su procesamiento (Steele y Lawrie, 2004).
Empatía no es sinónimo de tener feeling, de compasión, de entender, comprender o identificarse con las personas, coincidir en ideas o pensamientos, ver al otro desde sí mismo, o saber escuchar. El concepto de empatía va más allá de esta definición reduccionista.
Desde del Movimiento Humanista se ha dado una definición más precisa de la empatía o comprensión empática. La define como la capacidad de percibir el marco interno de referencia de una persona, tal y como ésta lo percibe –y no desde el marco de referencia propio- por lo que no es la percepción de la realidad del otro, sino una forma de experimentar los sentimientos del otro por contradictorios o ajenos que puedan ser de los nuestros.
Significa que lo que siente la otra persona puede ser sentido igualmente por mí, pero no como mío, sino como del otro, sin confusión de sentimientos, ya que si fuese así estaríamos hablando de identificación con esa persona o de simpatía, no de empatía.
La empatía permite reconocer, comprender y distinguir de una forma no contaminada, los sentimientos propios de los ajenos y a éstos como tales. Además permite comunicar y expresar dicha expresión emocional, pero sin confundirse ni identificarse con esa persona.
Este concepto de empatía fue utilizado y desarrollado por Carl Rogers (1902-1987) en su “terapia no directiva” y posteriormente denominada “terapia centrada en el cliente” o “enfoque centrado en la persona”, siendo uno de sus aspectos tanto teóricos como técnicos más destacables.
Como resulta muy difícil hablar de empatía en términos operativos, Carkhuff y Pierce (1975) construyeron el Inventario de Distinción de la Empatía que distingue cinco niveles de comunicación empática. El nivel uno es el de menor y el nivel cinco el de mayor empatía.
Respecto a las diferencias individuales, existe relación entre los diferentes rasgos de personalidad y grado de empatía que pueden tener las personas; y respecto a las diferencias entre hombres y mujeres no existen evidencias significativas en el nivel de empatía (Hoffman, 1977; Eisenberg y Lennon, 1983; Ickers 2006). Las diferencias encontradas parecen ser debidas a los estereotipos de rol de género.
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